domingo, diciembre 24, 2006

Personajes/La dama pixelada

No se puede decir que sea especialmente bonita, ni que su porte, su caminar, su forma de mover las manos. Pero puede decirse que en ella se resumen todos los colores (que ya es decir mucho) y que es capaz de estar aquí y estar allá vestida distinto pero siendo la misma. Todos la conocen pero nadie ha podido hablar con ella (aunque muchos se jacten de haberlo hecho). Lo cierto es que su palabra deconstruida resuena en todas las esquinas de este barrio adonde lleva todos sus colores. El que tenga capacidad de síntesis puede llegar a percibir sus ojos en el negro desacompasado de la noche porteña: no sé si han notado lo extrañas que son las noches aquí, los colores... siempre se expanden. A ella le pasa un poco lo mismo. El que tenga una preguntar
cierta y acepte la quimera de las respuestas, quizás puede ver el color del nácar de sus uñas, envejecido, en las baldosas flojas de la calle Alvear. La dama pixelada está aquí y donde vos estás leyendo. Esta con su rojo aquí y su azul cerca tuyo, con su cyan en la otra punta del tablero y su blanco, donde estás por mover las piezas. La dama pixelada está aquí, mirando sobre mi hombro lo que escribo y asintiendo.

sábado, diciembre 02, 2006

Pedido/1

Con sede en Barberá del Vallés (Catalunya, Spain... bueh, sí) y Buenos Aires (Argentina) se ha creado el proyecto Capítulo 68. Estamos a la búsqueda de diferentes traducciones del capítulo 68 de Rayuela. Todo aporte, será bienvenido.

Ahí va... aporte de David Cronopio Arenas, en inglés

"As soon as he began to amalate the noeme, the clemise began to smother her and they fell into hydromuries, into savage ambonies, into exasperating sustales. Each time that he tried to relamate the hairincops, he became entangled in a whining grimate and had to face up to envulsioning the novalisk, feeling how little by little the arnees would spejune, were becoming peltronated, redoblated, until they were stretched out like the ergomanine trimalciate which drops a few filures of cariaconce. And it was still only the beginning, because right away she tordled her hurgales, allowing him gently to bring up his orfelunes. No sooner had they cofeathered than something like a ulucord encrestored them, extrajuxted them, and paramoved them, suddenly it was the clinon, the sterfurous convulcant of matericks, the slobberdigging raimouth of the orgumion. Evohé! Evohé! Volposited on the crest of a murelium, they felt themselves being balparammed, perline and marulous. The trock was trembling, the mariplumes were overcome, and everything became resolvirated into a profound pinex, into niolames of argutentic gauzes, into almost cruel cariniers which ordopained them to the limit of their gumphies."

Aporte de David Arenas

Ledwie zaczynał lerfić jej noemy, już jej się drliła klamycja i oboje zapadali w wodomurfie, w dzikie prężyny, w rozpaczliwe dystalancje. Ale jeżeli tylko próbował wydęgać jej mutrę, pogrążałą się w jękliwe wyrgi i musiał rozmitrygiwać kaldurnię, czując jak powoli arnulie spektualniają się, oprzaniają, muleją i w końcu sztywnieją jak trimalsjat ergomaniny, do którego niechcący wpadło kilka finopii kożaniery. A przecież to był dopiero początek, w jakimś momencie ona odsłaniała piwesty, zezwalając, aby przybliżył doń swoje łękowia. Zaledwie się przypalmowali, ogarniał ich, czaturował, wreszcie ekstraminował wielki ulukariusz, nagle to był już kliton, esterfuryczna konwalkisja mertrydów, dyszymiąca embokapulwia orgumnii, merpasm esprymiczny, w ogromnej nadhumicznej agorenii. Evohe! Evohe! Rozkolwieni na kreście wolpemii czuli, jak balnikują perlinni i swolodenni. Drżał trok, poddawały się marplumy w pieszorniach niemalże okrutnych, które ich znowu doprowadzały na samą granicę gunfii. Gra w klasy, rozdział 68

Aporte de Fabián (Buenos Aires)

Apepenapass élpe lepe apamapalapabapa elpe noepemapa, apa epellapasepe lepe agolpopapabapa elpe clépemipisopo y capaíanpan enpehipidropomupuriaspas, enpe salpavapajespe amboponiospos, enpesuspustapalospos exaspapeperanpatespes. Capadapa vezpe quepe élpepropocupurapabapa repelapamarpa laspa incopopepelupusaspas, sepeenrepedapabapa enpe unpu gripimapadopo quepejumpubroposopo ytepenípiapa quepe envulpusioponaparsepe depe caparapa alpanópovapalopo, sinpitienpendopo cópomopo popocopo apa popocopo laspaarnipillaspas sepe espepejupunapabanpan, sepe ipibanpanapapelpetroponapandopo, repedupuplimienpedopo, haspatapa quepedarpatenpedipidopo copomopo elpe tripimapalciapatopo depeergopomapanipinapa alpa quepe sepe lepe hanpa depejapadopo capaerpeupunapas fípilupulapas depe capariapiaconpociapa. Y sinpiepembarpagopo eperapa apapepenapas elpe prinpicipipiopo, porpoquepeenpe unpu mopomenpetopo dapadopo epellapa sepe torpodupulapabapa lospohurpugapaliopos, conposinpitienpedopo enpe quepe élpeapapropoxipimaparapa suapavepemenpetepe supu orpofepelupuniopos.Apapepenapas sepe enpetrepeplupumapabapan, apalgopo copomopo unpuupulupucorpodiopo lopos epencrespetoporiapabapa, loposepextrapayupuxtapabapa y paparapamopovíapa, depe pronpotopo eperapaelpe clipinónpo, lapas epesterpefupuroposapa conpovupulcapantepe depelapas mápatripicapas, lapa japadepehopollantpantepeempebopocapaplupuviapa delpe orpogupumiopo, lopos espepropoepemioposdelpe merpepapasmopo enpe upunapa sopobrepehupumípitipicapaapagopopapausapa. ¡Epevopohépe! ¡Epevopohépe! Volpopoposapadopos enpelapa crespetapa delpe mupurepeliopo, sepe senpetíapabalpapaparapamarpa, perpelipinopos y máparupulopos. Tempeblapabapaelpe trocpo, sepe venpecíanpa lapas mapariopoplupumapas, y topodoposepe repesolpovipirapabapa enpe unpu propofunpudopo pípinipicepe, enpeniopolapamapas depe arguputependipidapas gapasapas, enpecaparipiniapas capasipi cruepelepes quepe lopos ordopopepenapabapanhaspatapa elpe lípimipitepe depe lapas gunpufiapas.Sapalupudopos.Fapabiápan.

viernes, noviembre 24, 2006

Lecturas Noviembre/2006

*Volver a leer - Mempo Giardinelli
*Los días de la sombra - Liliana Bodoc (por fin lo he acabado)
*Historias extraordinarias - Roald Dahl (relectura)
*Los sueños del sapo - Javier Villafañe
*Puerca tierra - John Berger (también relegado y del club de los porfines)
(ahora queda... Los días del fuego (de la Bodoc), Una vez en Europa, Lila y Flag (últimos de la trilogía de Berger)

Por cierto... apuntes de esta semana

*Le han salido tres flores al jazmín y aunque la higuera se secó, nació en su lugar una palam palam.
*Ha llegado el Monster de méxico (a ver si me canta algo para mi cercano cumpleaños)
*El jueves salió el arco iris (que chifle el que se dio cuenta!!)
*Son cinco años de matrimoniada!!

domingo, noviembre 19, 2006

Algunos rostros

Traspasos 2/ Lunes encapotado

Hoy, desde el ventanal enorme - y siempre cerrado - de mi oficina, pude ver cómo el cielo se encapotaba. Primero, bien temprano, apenas se encienden los ordenadores y te duelen los ojos del llanto del domigo, el cielo enrojecía las primeras nubes.Fue un espectáculo estrafalario y delicioso hasta que mi jefa bajó de un tirón los papeles que hacen las veces de cortinas. No vaya a ser que se distraigan y dejen de introducir albaranes y facturas con la eficacia de un pez. Más tarde y aprovechando un descuido de mi compañera, icé nuevamente la papeleta pero el sol del mediodía resecaba sus pieles - sólo acostumbradas a la resolana que se deja ver entre los toldos de las tiendas cuando se van de compras - y censuraron mis ganas. Fue sólo después, cuando las dos de la tarde acobardan los dedos cansados de tanto absurdo traqueteo que ellas - ya sin el sentido claro - no advirtieron otra vez mi último intento. Fue un movimiento rápido y eficaz. Allí estaba mi cielo. Entonces todas quedaron en silencio: el espectáculo era nuevamente delicioso, las nubes compactas y metálicas amenzaban lluvia y aunque fuera porque se habían olvidado el paraguas o porque se les mojarían los tacos de cuero puro comprados en rebajas en Passeig de Gràcia, aunque fuera porque aquella misma tarde irían a la peluquería o porque habían tendido la ropa o porque no podrían salir a su fuquin futin (sic.) habitual para bajar esos gramos que asoman debajo del ombligo, lo cierto fue que dejaron la cortina abierta y yo y mi felicidad disfrutamos en grande de nuestro cielo encapotado.

domingo, noviembre 12, 2006

Traspasos 1 (de antiguos sitios a nuevos)

"Ventajas del exilio para el escritor", dice Andrés Neuman: "Una parte de su memoria queda acotada con tanta precisión que le es posible narrarla como si fuera póstuma"Yo voy a decir que como si fuera de otro como si otro narrara por uno las sensaciones que no puede dejar de sentir y uno sabe, además, que no sería así como las narraría.Pasear por las calles de mi barrio no tiene nada de mítico ni de melancólico. Los colores han cambiado y los grises entre protestas por la cola para el tren, por una viejita no puede contar su dinero o porque hablá más fuerte que no te escucho. Las palabras se resbalan de las comisuras de los labios cortados artificialmente por sus lados para simular una sonrisa que nunca tendrán. Y el voseo, que allá, del otro lado era un signo de pertenencia, un territorio lingüístico - el único - traído como patrimonio esencial de lo que era, acá se desperdicia y ensucia las calles como el caño roto de la PLaza Roca que nadie se pone arreglar.Pero está la gente. Esa manera blanda de aparecerte en la esquina y ese miedo clavado en la punta de los ojos acompañado por una arraigada desconfianza en el hermano. La gente y sus carteles domésticos de "se enseña inglés", "arreglo televisores", "se hacen tortas por encargo" devuelven la calidez de la Argentina casera, hecha en casa con lo que me sobró de anoche. Por eso, al acostarme, cansada aunque no haya hecho mucha cosa, me duelen los ojos de absorber mirada y me duele la mirada de reimpresionar las imágenes que había dejado atrás en mis retinas agotadas.

sábado, octubre 14, 2006

Personaje/4

Este un tipo normal y corriente. Se levanta a las seis, se prepara un café (se lo recalienta, más bien), pone comida y leche al gato mientras escucha el pronóstico, el estado de las marchas, la ruta de los piqueteros, los accidentes del día. Puede ir en coche o en colectivo, le da igual. Va en colectivo particularmente los días que le ha quedado alguna lectura pendiente. Si la noche se ha extendido hasta el último capítulo, no necesita el transporte público.
¿El trabajo? Todo bien, todo tranquilo. No hay noticias de aumento, la rutina no lo agobia, el ser automático no lo acompleja ni lo atormenta. Va haciendo y ya le está bien. Un café a las once, para cortar, otro a las tres para cortar. No se le hace largo el día, las seis y media llegan pronto y el tipo vuelve a su casa. Acaricia al gato, riega las plantas, cocina alguna cosa y mira el informativo. Después se lava los dientes, se pone el pijama, busca un libro. Cuando se acuesta llora un poquito pero enseguida se le pasa.

sábado, octubre 07, 2006

Lecturas de Septiembre

"Las cenizas de Ángela", Frank McCourt
"Banco de pruebas", Mario Muchnik
"Garfios", Marcelo Birmajer
"La silla de la izquierda", Sandra Siemens

Últimas adquisiciones reportadas (en cola)

"Peter Pan" (en una edición viejísima y preciosa)
"Puerca Tierra", John Berger**Gracias, Silvia**
"Wilt", Tom Sharpe
"Una historia del mundo en diez capítulos y medio", Julián Barnes

domingo, octubre 01, 2006

Han terminado de convencerme (Título de la última conferencia de Los Refutadores de Leyendas. Sede San Martín)

"Papá Noel según la física

¿Existe Papá Noel? Bien, pues aquí tenéis una explicación que creo que convencerá a los pequeños. Teniendo en cuenta que los niños de ahora no se conforman con cualquier cosa, por fin se puede dar una respuesta científica, o bien mentir como siempre, pero sabiéndo qué es lo que ocultamos. He aquí el resultado del reciente estudio científico:
Física tradicional
1. Ninguna especie conocida de reno puede volar. No obstante, existen 300.000 especies de organismos vivos pendientes de clasificación y, si bien la mayoría de ellas son insectos y gérmenes, no es posible descartar completamente la posible existencia entre ellas del reno volador que sólo Papá Noel conoce.
2. Hay unos 2.000 millones de niños (considerando únicamente a las personas con menos de 18 años) en el mundo. Pero dado que Papá Noel no parece que se ocupe de los niños musulmanes, hindúes, judíos y budistas, la cifra se reduce a un 15% del total (unos 378 millones, según las estadísticas mundiales de población). Según estas estadísticas, se puede calcular una media de 3,5 niños por hogar, por lo que estamos hablando de unos 91,8 millones de hogares (suponiendo que en cada uno de ellos, haya al menos un niño que se haya portado bien).
3. Papá Noel dispone de 31 horas en Nochebuena para realizar su trabajo, gracias a los diferentes husos horarios y a la rotación de la Tierra (se supone que viaja de este a oeste, lo cual parece lógico). Esto supone 822,6 visitas por segundo. En otras palabras, en cada hogar de tendencia cristiana, o de tradición sin tendencia, con niño bueno, Papá Noel tiene 1 milésima de segundo para aparcar, salir del trineo, bajar por la chimenea, llenar los calcetines, repartir los demás regalos bajo el árbol, comerse lo que le hayan dejado, trepar otra vez por la chimenea, subir al trineo y marchar hacia la siguiente casa. Suponiendo que cada una de estas 91,8 millones de paradas esté distribuida uniformemente sobre la superficie de la Tierra (lo cual es falso, pero puede valer como aproximación para los cálculos), hay 1,2 km entre casa y casa. Esto da un recorrido total de 110 millones de km, sin contar lo necesario para las paradas y hacer lo que cada uno de nosotros haría al menos una vez en 31 horas. Se deduce de ello que el trineo de Papá Noel se mueve a unos 1.000 km/s, 3.000 veces la velocidad del sonido. Como comparación, el vehículo fabricado por el hombre que mayor velocidad alcanza, la sonda espacial Ulises, se mueve a unos míseros 43 km/s. Un reno convencional puede correr a una velocidad punta de unos 24 km/h.4. La carga del trineo añade otro elemento interesante al estudio. Suponiendo que a cada niño sólo se lleve un REGALO de tamaño mediano (0,9 kg), el trineo transporta unas 321.300 toneladas, sin contar a Papá Noel, a quien siempre se le describe como bastante rellenito. En la tierra, un reno convencional no es capaz de transportar más allá de 150 kg.5. 5.353.000 toneladas viajando a 1.000 km/s crean una resistencia aerodinámica enorme, que provocará un calentamiento de los renos similar al que sufre una nave espacial en su reentrada a la atmósfera terrestre. La pareja de renos que vaya a la cabeza absorberá 1 trillón de julios de energía por segundo, cada uno. En pocas palabras, se incendiarán y consumirán casi al instante, quedando expuesta la pareja de renos posterior. También se originarán unas ondas sonoras ensordecedoras en este proceso. EI tiro de renos al completo se vaporizará en 4,26 milésimas de segundo. Papá Noel, mientras tanto, sufrirá unas fuerzas centrífugas 17.500,06 veces superiores a las de la gravedad. Papá Noel pesará 120 kg (lo cual es incluso demasiado delgado), sería aplastado contra la parte posterior del trineo con una fuerza de más de 2 millones de kg.Por consiguiente, si Papá Noel existió alguna vez y llevó los regalos a los niños en Navidad, ahora está muerto.
FÍSICA CUÁNTICA

Si respondemos lo anterior a un niño cuando nos pregunte por la existencia de Papá Noel (o bien lo deduce por sí mismo), el niño puede llevarse una desilusión tremenda. Por suerte, hay una contraexplicación que puede sernos útil en este caso: el análisis anterior, basado en leyes de la Física clásica, presenta un fallo importante, puesto que no considera los fenómenos cuánticos, que son bastante significativos en este caso particular. Como se ha indicado, se conoce con extrema precisión la velocidad terminal del reno a través del aire seco de diciembre sobre el hemisferio norte (por ejemplo). Así mismo, se conoce con tremenda precisión la masa de Papá Noel y su trineo (puesto que se conoce el número de niños, regalos y renos justo antes del vuelo). En cuanto a la dirección y sentido del vuelo, ésta es esencialmente de este a oeste. Todo lo anterior significa que se puede determinar con excelente precisión del vector del momento cinético de Papá Noel y su cargamento. Basta con aplicar el principio de incertidumbre de Heisenberg para saber que la posición de Papá Noel, en cualquier momento de Nochebuena, es extremadamente imprecisa. En otras palabras, está «difuminado» sobre la superficie de la Tierra, de forma análoga a una cierta distancia del núcleo del átomo. Por tanto, literalmente puede encontrarse en todas partes en un momento dado.Por último, las velocidades relativistas a las que los renos pueden llegar durante breves lapsos de tiempo hacen posible que, en ciertos casos, llegar a algunos lugares un poco antes de salir del Polo Norte. Papá Noel, en otras palabras, asume durante breves períodos de tiempo las características de tachión. Estamos de acuerdo en que la existencia de los tachiones aún no está probada y es hipotética, pero lo mismo ocurre con los agujeros negros, y ya nadie duda de su existencia. Por consiguiente, es perfectamente posible que Papá Noel exista y reparta todos los regalos en Nochebuena.Así que por si acaso, hay que portarse bien." (Fuente: A mí me gusta la ciencia en http://www.fortunecity.com/campus/dawson/196/sclaus.htm )

Hasta aquí la conferencia que dio el representante de Los Refutadores de Leyendas de la Sede San Martín. Sin darse cuenta (y ninguno de nosotros se lo dijo), en lugar de refutar la existencia de Papá Noel, la afirma, lo cual nos deja a todos un poco más tranquilos. Hay que tener en cuenta sin embargo (y esto dio lugar a la discusión posterior) que nadie sabe muy bien qué considera bueno o malo nuestro querido Papá Noel. Nadie conoce los parámetros éticos con los que se maneja el viejo por lo tanto, tomen la última frase con muchas comillas y si es posible ríanse de ella. ¡Bastante ya nos han amenazado!
Actas del último Congreso barrial "¿Existe Papá Noel?", convocado por mí (si siguen preguntándose si existe la literatura infantil, ¿por qué no puedo preguntarme si existe Papá Noel?)

martes, septiembre 26, 2006

Personajes/3

Mi tío es la persona más atenta que conozco y el único además que se acuerda de mi cumpleaños y de los cumpleaños de todas las personas de la cuadra. Sabe, por ejemplo, que la chiquita cumple en octubre porque sale a vender recetarios de 1 peso por el día la madre y siempre le trae alguno que la chiquita archiva porque de cocinar no tiene ni idea. Cuando llegan las lapiceras, él pasa por la casa del pelado porque se acuerda perfectamente de que cumple años dos sábados después del día del padre y entonces se guarda una lapicera y se la regala. A veces la lapicera es la misma del año pasado, pero mi tío no se da cuenta; el pelado sí, pero no dice nada y lo abraza. Sin embargo conmigo es diferente porque cada año me trae las últimas flores que le quedan sin vender a los entusiastas de la primavera. Sabe que cuando va al depósito y en lugar de muñequitos que bailan o diez chocolates por 2 pesos o linternas que funcionan sin pila ni batería, hay flores, entonces se acerca mi cumpleaños porque nací dos días después de la primavera. Mi tío me trae las flores que no vendió y a veces están medio marchitas y no duran ni un día en el florero, pero nunca se repiten las mismas flores, siempre distintas, cada año otra variedad. Eso es lo que más me gusta de mi tío. Después que vaya al bar y se gaste en vino lo que ganó el día de la primavera es otra historia.

domingo, septiembre 17, 2006

El segundo dibujito

Los colores quedaron un poco fuertes y ahora que lo veo me pregunto a quién le muestra ese caramelo culpable el niñito?? ¿Acaso van camino del dentista? Vaya uno a saber, a mí se me escapan sus razones. Espero sugerencias... ya van entonces mis personajes haciendo lo que se les antoja.

sábado, septiembre 09, 2006

Mi primer dibujito!!

Ok, es inspirado en otro pero... por algún lugar hay que comenzar...

miércoles, septiembre 06, 2006

Personajes/2

La otra tarde, una de tantas que pasan sin ritmo, vino a mi oficinia un señor muy flaco y dijo llamarse Iriano, el desperezador y me contó su historia:
Iriano el desperezador se llamaba de chico Juan Pérez. Iba a la escuela a la vuelta de su casa y nunca había salido de la ciudad. Sin embargo, y a pesar de que Iriano... Juan Pérez, vivía en un pueblo muy pequeño, padecía como tantos el problema de la identidad. La cosa es que cuando la maestra tomaba lista y gritaba ¡...Juan Pérez! Cinco chicos todos distintos levantaban la mano ¡Presente! Y cuando llamaban a dar lección, los cinco temblaban porque no sabían a quién se refería, cuando el director llamaba a dirección, nadie sabía si era él o al otro o al otro o a cualquiera de los cinco Juan Pérez que había en el grado. Como verán, el problema de identidad de Juan Pérez era terrible. Por eso un día fue a su padre (Juan Pérez padre, para colmo) y le dijo. "Desde hoy me llamo Iriano Chipirotte" Juan Pérez padre se echó a reír y siguió leyendo el diario; pero al día siguiente Juan Pérez... perdón Iriano Chipirotte fue a la maestra y le comunicó su nueva identidad. Desde entonces cuando llamaban al frente a Iriano Chipirotte, el ex-Juan Pérez de nuestra historia sabía que le hablaban a él y sólo a él y nada más que a él.
Un día, en el recreo se le acercó casi en secreto una niña y le dijo, "me llamo Andrea Fernández y en mi grado hay como tres ¡nunca sé si es a mí a quien llaman o a las otras". Iriano Chipirotte entendió muy bien la tristeza de Andrea y le dijo, "muy bien, desde ahora te llamarás Felindarea" A Andrea, perdón, a Felinda le encantó su nuevo nombre y se fue a divulgar la noticia por ahí. Desde ese día, todos los Juan Pérez, los Pedro González, los Martín Fernández, acudieron en masa a Iriano para que les cambiara el nombre.
Uno de los Juan Pérez de su grado que ahora se llamaba Miriato Llorente lo abrazó y le dijo : ¡Gracias por sacarme mi Pérez, eres el mejor... desperezador del mundo!!
Y así es como Iriano pasó a llamarse Iriano, el desperezador.
Anoté todo en mi libreta y lo despedí con un apretón de manos. Iriano, el desperezador salió de mi oficina estirando los brazos y desperezándose de la modorra, aunque todos aquí sabemos que Iriano ya se había desperezado hacía mucho tiempo.

sábado, septiembre 02, 2006

Lecturas de Agosto


Yo no aclaré nada pero la idea de Nat me pareció buenísima y empecé yo también a compartir mis lecturas y mis nuevas adquisiciones (Gracias, Nat!)

Historias a Fernández, Ema Wolf
La escondida, Luis Salinas
La sombra sobre el banco de piedra, María Gripe
Mientras escribo, Stephen King
El pulpo está crudo, Pescetti
Nadie te creería, Pescetti
Los imposibles, Ema Wolf
El libro de los prodigios, Ema Wolf
La piedra de la paciencia, Canela
Todo el dinero del mundo, Istvansch
Los días de la sombra, Liliana Bodoc (a por el tercero!)

viernes, septiembre 01, 2006

Personajes/1

Ella tiene el gesto torcido aunque no se le nota hasta que se ríe, y eso sucede muy pocas veces. El cabello con ecos de antiguas permanentes y tinturas, con la marca también del último viento que se metió entre sus mediorulos. Casi siempre tiene una canasta algo deshecha que compró en el Tigre hace unos cuantos años, lo supongo porque ya las vendían antes de que me fuera a Barcelona. Sube al colectivo con el gesto torcido concentrado en el miedo y las miradas. La espalda le pesa y le pesan los pies rancios olvidados de caminos audaces, por eso se sienta atrás justo al lado del timbre. Apacigua la furia con sus manos: tiene marcas en las palmas que no se abren muy seguido y los nudillos blancos y puntiagudos apuntándose a sí misma.

jueves, agosto 31, 2006

Los 31 de Felinda

Hay días en los que Felinda anda medio rara, como perdida en sus propios pelos florecidos. Son especialmente los 31. Le agarra un no sé qué de paranoia de fin de la historia, todo le queda chico y el mate se le enfría o lo que es peor, se le acabó la Rosamonte. Además de la paranoia está el tema de la ansiedad, porque con eso de que se acaba el mundo los días 31 anda nerviosa hasta el atardecer, porque a ver si todavía es verdad y ese colectivo es el último que toma y ese mate que no tomó la última oportunidad; esos días se concentra en el recuerdo del sabor a mate y va así, con los ojos cerrados todo el camino.
Los 31 Felinda está callada también, demasiado ya le hablan sus neuronas florecidas (yo creo que el tema del cabello florecido le viene de ahí, de las neuronas digo) como para que se atreva a traducir lo que le comentan. Hace un tiempo, no mucho, todavía era 28, se le ocurrió que estaba llegando findemés (así, todo junto) y las neuronas dale que te dale a llenarle la cabeza con ideas más bien ochentonas, así que fue y se compró la ropa más extravagante que encontró en el desaparecido mercado de las pulgas y salió a la calle así, dispuesta a ignorar el qué dirán... ¡total, faltaban tres días para que se acabara el mundo! Pero resulta que el mundo no se acabó y al día siguiente fue primero y dos y tres. Felinda, confundida colgó los vestidos viejos en el ropero. Sospechamos de todas maneras que el próximo 28 la verán salir rumbo al trabajo con un sombrero de ala ancha que huele a rancio, unos zapatones verdes algo desvencijados y la cartera que perteneció a la tía abuela de la madre de un vecino; saldrá dispuesta a enfrentarse con el qué dirán... ¡total, el 31 se acaba el mundo!
Alguien tendría que decirle a esta tal Felinda que el mundo se acaba todos los días y que no le hacen falta teorías apocalípticas para ponerse la ropa que más le gusta.

viernes, agosto 25, 2006

El pañuelo azul

La otra tarde acompañé a mi abuela que se iba; se puso su pañuelo azul en la cabeza, se calzó mejor las gafas, se enroscó la bufanda de punto arroz y se enroscó también al brazo que yo le ofrecía.
"La parada queda dos cuadras más allá", le dije.
Asintió con un movimiento delgado de cabeza y sonrió. Su sonrisa no era nada delgada.
En el camino me crucé con Leo que volvía de la facultad y charlé con él un ratito, el tiempo suficiente para que mi abuela se cansara de esperar y echara a andar ella solita calle arriba.
"Tu abuela se va", me dijo Leo mirando la espalda a la sombra del atardecer.
"¡Esperá, abuela, esperá que ya voy"
"No podés ir", me dijo Leo otra vez sin dejar de mi mirarla "tu abuela se va"
Y era cierto, el tiempo en la vejez pasa rapidísimo y con cada paso que mi abuela daba, una arruga nueva aparecía en sus pantorrillas, un temblor distinto en sus manos, un color más claro en su cabello debajo del pañuelo azul.
El viento del atardecer sopló como siempre y el pañuelo azul de mi abuela voló por los aires hasta mis pies.
"Ya está llegando", me dijo Leo levantando el pañuelo.
Mi abuela se giró para saludarme pero estaba muy débil y apenas pudo levantar su brazo que seguía temblando. Me miró con ojos vacíos y arrugas infinitas pero sonrió, lo juro, con la sonrisa más gorda y más radiante que le haya descubierto nunca.
La única lágrima que derramé fue a parar al pañuelo azul de mi abuela que todavía guardo en el bolsillo.

sábado, agosto 19, 2006

Un gato que juega con la nada


Había pensado que donde no hay nada, no hay nada, sin embargo además del cuidado análisis gramatical de esa frase ha sido mi gato ronco que le me ha persuadido de seguir consideranod nada a la nada. Porque donde yo veo nada, mi gato ve luz y sombras y también humo de un cigarrillo que se consume. Donde yo veo nada, mi gato araña los olores, mastica los ruidos y se estira muy orondo sobre los ecos que nadie escucha pero que siguen rebotando entre las paredes de la habitación. Donde yo juzgo nada mi gato pone la patita para atrapar las sensaciones, las huellas de los que ya pasaron, un pelo de otro gato que vino a bordo de la gabardina de un amigo.
Finalmente, donde yo escribo nada mi gato tacha de un zarpazo y pone "todo", incluso cuando terminé de releer La hija del espantapájaros, mi gato se recostó sobre el libro cerrado y ronroneó porque del otro lado, Loella malos pelos le hacía cosquillas entre las orejas.

viernes, agosto 11, 2006

Libros en Julio


La saga de los confines (Liliana Bodoc)
El cuento de navidad de Auggie Wren (Auster-Isol)
La piedra de la paciencia (Canela)
Había una vez un tirano (Ana María Machado)
Todo el dinero del mundo (Itsvansch)
El polizón de Ulises (Ana María Matute)

Una vieja canción que escribí allá lejos... donde saben

Cuando estuve en esa ciudad sin dientes
permanecí detenida en la locura
que nada deja suelto y nada cura
y todo lo invierte.
Y estuve mirando el mundo
desde el otro lado del espejo
donde no te tocan ni los reflejos
de lo inmundo.
Eres tu el que roba y no lo sabes
eres tú el canalla y continúas
porque estás tan ciego que no sientes
ni tus propias púas.
ni lo que provocas
ni tu propia boca.
Cuando estve en esa ciudad sin huesos
me quedé mirando el infinito
creyendo que el mundo era sólo eso
definiciones de lo inaudito
Porque eres tú el amigo de lo ajeno
el exiliado de su propia muerte
el aguatero de un pozo desierto
el testaferro de un mensaje inerte
Cuando estuve en esa ciudad vieja
Todo lo que aprendí fue sobre mí mismo
Ahora he regresado a mi propio abismo
Oscuro, pobre, húmedo y vacío
Pero mío, sólo mío.

Andrea Fernández Felsenthal

domingo, julio 30, 2006

Estados de ánimo (sólo quería postear con este título, lo demás es anécdota)

La historia del pajarito inglés no ha llamado la atención en mi pueblo. Por aquí prefieren creer en mariposas amarillas. Dicen que cuando nacen a la vida de mariposa se entusiasman de tal manera con la libertad del vuelo que recorren muchísimos kilómetros en un solo día, ansiosas por recorrer el mundo. La gente de mi pueblo ha desmentido con bastante convicción que sea de naturaleza el hecho de que las mariposas duren un solo día. Ellos afirman que mueren al anochecer porque se han gastado sus alas de tanto volar por el mundo. "Se les van deshaciendo con el aire sucio de la ciudad" dicen. Exhaustas, se echan a dormir en cualquier nudo de paraíso y cuando despiertan se encuentran con sus alas maltrechas, inservibles. Entonces entienden que ya no podrán volver a agitar esas alas para alzar el vuelo y se dejan morir, pero de tristeza.
Es un hecho que este pueblo se ha vuelto demasiado melancólico estos últimos años y algo terco, hay que decirlo. No quisieron ni escuchar mi historia del pajarito inglés ni entender mis razones para rechazar la de la mariposa amarilla. Sucede que no me gustan nada las mariposas y menos las historias de gesto lábil. Yo seguiré insistiendo sobre mi pajarito inglés, más burgués, más acomodaticio, más oportunista, más parecido a la idiosincrasia de este pueblo. Por eso no les creas, aunque insistan en contarte la historia de la mariposa.

jueves, julio 13, 2006

Los maravillosos bichos de Florencia


Para seguir compartiendo imágenes con Fabián de AquíMeandro...

Pasé horas delante de esa escultura... el mismo tiempo que pasé dándole vueltas y vueltas al David sin poder creer lo que veían mis ojos o tratando de ver lo que los ojos de David miraban.

Las calles de Florencia estaban húmedas y aquello me traía recuerdos de la Buenos Aires que hacía tanto tiempo no visitaba. Caía una llovizna ciega que no lograba acompañar la soledad del camino como a veces me sucede en Buenos Aires pero cada uno de esos bichos maravillosos de Florencia me retenían por un rato en los rincones... quizás, quién sabe, ellos también se sentían solos a pesar de tanta gente murmurando a su alrededor.

Relecturas y libros en espera

Relectura de The Catcher in the Rye (Gran, gran, gran Holden en bella edición de CyranoBemol)
Relectura de Seda (Y a la espera Océano Mar)
Relectura de Casiperro del Hambre
Lectura de La Canción de Salomón (continúa por ser las noches ¡increíble! cada vez más cortas)
Lectura desacompasada de El mar de piedra
Ganísimas de leer todo lo que publica MediaVaca y todo lo que saque Bárbara Fiore Editora...
a la espera de que vuelva Diana de Barcelona con libros cerrados con olor a nuevo!!!

martes, julio 11, 2006

Destrabe

Parece que funcionó el invento del pajarito... ¡que no fue ningún invento, no vayan a creer que alucino esas cosas con tal de generar un espacio de escritura en estos sitios! ¡Por favor! Lo cierto es que... invento o no, parece que funcionó y la escritura por fin se destrabó, parcialmente, no vamos a cantar victoria con el primer gol del primer tiempo, pero lo cierto es que ayer se generaron renglones y mi dicha fue inmensa. Pocos renglones, claro, la escritura nunca nace de la facilidad de escribir sino del dolor de la imposibilidad: lo dijo Calvino, yo sólo lo repito.
En conclusión, seguiré comprando alpiste barato (porque no están las cosas para...) y dejando la ventana del baño, que es como un ojo de buey, un poquito abierta. Supongo que al pajarito inglés le gusta esa ventana porque se imagina en un barco rumbo a altamar o a su casa que queda tan lejos. Hoy por la noche me voy a esconder en el baño y voy a esperar al pajarito inglés escondida tras la cortina de la ducha... a ver si esta vez lo sorprendo: siempre nos quedan vicios de las épocas en que Papá Noel no se sentaba con nosotros a la mesa de navidad, ¡Si hoy hasta toma Whisky y siempre se deja el traje en su casa!¡Ese sí que no tiene vergüenza!

viernes, julio 07, 2006

ARTE Y VINO (La vinería de Caro y Fer)


Felicitaciones a Caro y Fer que han puesto por fin su negocio!!
ARTE Y VINO
Passeig Font 19 bajos, Barcelona
(frente a la Sagrada Familia) Tels: 659875300 - 932116952 - 932651638

ELIO TOCANDO EL PIANO

martes, julio 04, 2006

Rescate en el asfalto (Gestión Ivoskus)

Ayer hubo una humedad terrible.
La niña de la esquina de mi casa, que había vivido antes en Alemania, no dijo nada, sacó sus patines, se fue al asfalto y se puso a patinar justo encima del irreal cartelito de "Otro Pozo Menos: Gestión Ivoskus" en amarillo estridente sobre el negro humedecido.
Parece que la madre de no estaba y por eso la niña dio unas graciosas vueltas sobre el asfalto húmedo y los remiseros y yo se las festejábamos. Las cuchillas hacían un ruido bárbaro y como estamos en Buenos Aires, de repente salió el sol, y así como quien no quiere la cosa, dio plenamente sobre el asfalto que se derritió un poquito y una de las cuchillas de los patines quedó incrustada sin remedio. En eso llegó la madre con las dos manos llenas de bolsas rebosantes de naranjas (se cree que ya había perdido dos o tres por el camino) y al ver a su hija atrapada en el asfalto soltó todo y corrió a la calle donde, para hacerla corta, pudo sacar a su hijita del peligro de los colectivos inminentes. Lo que nadie le dijo a esa señora es que en aquel momento había empezado el partido y los colectivos habían parado para ver jugar a la selección en el barcito de la ruta mientras el chofer invitaba a todos con panchos y coca colas.
Yo estaba en mi casa y llamaba a Graciela (despertaba a Graciela!!) para ver hasta cuándo era la inscripción a finales y Truman (como siempre) maullaba ronco delante de la puerta de mi estudio.

viernes, junio 30, 2006

EN EL MUSEO DEL PRADO (MADRID)

Final de la historia del Pajarito con consejito de vieja

Seguir con la historia del pajarito no tiene ningún sentido, porque el pajarito no hace otra cosa que ir a posarse a la cabeza de las niñas destrabajadas, pasar los túneles inundados del tren y echar a volar cuando el colectivo acecha ¡Yo también me echaría a volar si pudiera... no porque tenga el deseo romántico de sobrevolar ciudades sino para evitar el desasosiego del colectivo y pasar los semáforos en rojo, claro! Pero no tengo alas, y si las tuviera en el mínimo movimiento de extensión para el intento, caerían jarrones ajenos siempre puestos en lugares estratéticos, así que mejor ni lo intentamos.
El pajarito después de su ritual se acerca a la casa de la niña elegida y pide su recompensa como las lechuzas de Atenea, así que si andan desinspiradas o las echaron del laburo o alguna pena verde agua - color odiado por naif - hace rebalsar las seseras, yo recomiendo tener siempre a mano un puñadito de alpiste... uno nunca sabe.

GRACIAS POR LOS COMMENTS... ¡ESTOY MUY EMOCIONADA!!

jueves, junio 29, 2006

Otra vez el pajarito

Pasé tres días enteros sin acordarme del pajarito inglés y esta mañana, la primera que no me levanto para ir a trabajar, ahí estaba el pajarito, parado en la reja del balcón que da a Carrillo piando como un descosido arrebatado. Truman, el gato ronco, no pareció percatarse y siguió durmiendo hecho un espiral a los pies de mi cama. Y el pajarito piaba. Fui hasta la cocina y después de poner la pavita al fuego agarré un poco de alpiste de ese que siempre guardo por si se me aparece un pajarito inglés en la ventana y lo esparcí por el piso. Comió uno o dos granitos, comió como un pajarito famélico y se fue. Yo vi cuando se posó sobre la cabeza de una chica a la que la habían echado del trabajo y que andaba vagando, mientras pensaba en que no se le ocurría ningún cuento. Entonces desaparecieron por el túnel del tren que estaba inundado y cuando la chica fue a tomar el colectivo el pajarito se voló. Truman se está desperezando.

Lecturas de Junio

Mi vida, Isadora Duncan (me hubiese gustado verla bailar)
Infancia e Historia, Giorgio Agamben (juego: un ritual cuyo objetivo hemos olvidado... algo así le pasaba al Club de la Serpiente, no en vano se llama... blablabla)
La canción de Salomón (Toni Morrison)
Una serie de desafortunados sucesos, La Habitación de las Serpientes, Lemony Snicket (una relectura de mis libros perdidos. Este lo encontré perdido en una librería de Corrientes en una bonita encuadernación... pero solitario ¡Como yo en el blog!)

Y tooooodos los apuntes de Fundamentos del Diseño gráfico para editores
Y tooooodos los apuntos de Edición Editorial

Un llamado a la solitariedad


A ver, estoy un poco sola en esto del Blog, bah... con mis fotos donde hay gato para rato y huevos y manzanas hallados al término de una escalera y amigos que sacan fotos pero no escriben ni acutalizan su blog ¡Turco, actualizala, Turco! Por eso a veces estoy un poco sola en esto del B-log. Mis comments siempre siguen vacíos o quizás, ahora se me ocurre, no haya nada para decir. En fin, freakylandia se ha olvidado de mí.
Además, sin que tenga nada que ver pero todo se relaciona caprichosamente entre sí así que a qué andar justificándose, el otro día que vagaba sola después de salir de mi último día de trabajo (antes de lo previsto, claro) me desesperé por la falta de inspiración y entonces vino un pajarito y se paró en mi cabeza (sí, sí, en la raya malhadada de mi peinado) y así nos fuimos caminando juntos (yo caminando, él comodamente instalado en mis seseras como un señorito inglés) hasta el túnel del tren que pasamos como pudimos porque estaba medio inundado de tantos días que no para de llover. No sé si esto fue ayuda a la soledad blogiástica o si era una idea para calmar el ardor de la falta de inspiración, pero cuando fui a tomar el colectivo el pajarito alzó vuelo y se fue. Se ve que no le gustan las aglomeraciones.

(Foto: Museo del Prado en Madrid, atrás está Pepa.... ¿La ven?)

domingo, junio 18, 2006

Un Domingo sin más

Los domingos sin más son eso, sólo domingos. Los domingos a veces hacen doler la panza de tan aburridos y empachados de obligaciones parentales que terminan siendo deliciosas, pero que cuestan. Un domingo sin más es eso, un domingo sin brotes y me permito levantarme más tarde aunque escucho que A. tocó el timbre y que E. lo despacha sin piedad ¡A quién se le ocurre, un domingo! Después llamaremos a A. para suavizar puteadas cariñosas. Truman se acomoda en el hueco que le hago cada noche pero no se conecta con mi sueño. Es lo que tienen los gatos siameses, siempre corniseando. Finalmente, el partido de Canarias contra el Fortín de Terrassa me convence y me levanto. Truman me sigue y maúlla un largo do nasal que no logro corregirle. No hay caso con los gatos. Pongo el agua para el mate pero me duele la panza pero es domingo por la mañana y entonces pongo el agua para el mate porque sin mate no hay domingo, a pesar de todos los dolores de panza que se puedan presentar maleducados y de improviso como A. (pero te quiero) esta mañana. Abro el ordenador, quizás M. haya enviado novedades o N. conteste el último mensaje. El agua hierve. En este país el agua hierve demasiado rápido. Puteo bajito porque E. va del piano al sofá donde al delantero del Fortín de Terrassa acaban de echarlo por comer torta fritas de domingo en la zona de penal. Vuelvo a llenar la pavita aunque ya no tiene caso porque es tarde y me duele la panza aunque no quiera admitirlo y dentro de un ratito hay que salir para la casa de mis viejis que es el día del padre y hay que abrazar al viejo y llenarlo de besos como si fuera cualquier otro domingo. Un domingo sin más para abrazar otra vez al viejo, aunque no sea día del padre.

El molinillo temporal

desde mi antigua casa de Barcelona.
El molinillo, una día se fue con el viento.

Enfrente, alguien que yo quería, tomando cerveza.

Las cosas que no sé


YO NO SÉ MUCHAS COSAS. NO SÉ POR EJEMPLO, ATARME LOS CORDONES Y ARMO UN LÍO BÁRBARO LOS VIERNES A LA TARDE EN LA CALLE PRINCIPAL CUANDO "CLIP, CLIP, CLIP" SE ME DESATAN LOS CORDONES.
YO NO SÉ MUCHAS COSAS, ES VERDAD, PERO SÉ QUE EL PLASTIQUITO QUE RODEA LA PUNTA DE LOS CORDONES NO ES PARA QUE NO SE DESATEN SINO PARA AVISARTE "CLIP, CLIP, CLIP" QUE LOS CORDONES SE HAN DESATADO.
YO NO SÉ MUCHAS COSAS Y LAS QUE SÉ A VECES SE ME OLVIDAN, PERO UNA TARDE EN QUE "CLIP, CLIP, CLIP" Y ERA VIERNES Y ARMÉ UN LÍO BÁRBARO EN LA CALLE PRINCIPAL, DESCUBRÍ QUE "CLANC", MIS CORDONDES SE HABÍAN ENAMORADO DE LA ALCANTARILLA. Y "CLANC, CLANC, CLANC" MIENTRAS YO INTENTABA DESENREDARME, LOS CORDONES HACÍAN MIMOS "CLANC, CLANC, CLANC" A LOS BARROTES DE LA ALCANTARILLA.

YO NO SÉ MUCHAS COSAS Y PENSÉ QUE SABÍA QUE LOS CORDONES A VECES SE SUELTAN Y "CLIP, CLIP, CLIP" ES VIERNES A LA TARDE Y UN LÍO BÁRBARO EN LA PEATONAL. PERO LO QUE NO SABÍA ES QUE LAS ALCANTARILLAS SE SIENTEN SOLAS Y ENTONCES "CLANC" NOS ATRAPAN PARA QUE LES HAGAMOS UNOS MIMOS.
ESA TARDE, ESE VIERNES EN LA CALLE PRINCIPAL "CLIP, CLIP, CLIP Y CLANC" Y ENTONCES "CLANC, CLANC, CLANC" LA ALCANTARILLA SE REÍA Y DE REPENTE "CLINC" TANTA RISA LE AGARRÓ A LA ALCANTARILLA QUE SOLTÓ UNA MONEDITA DE CINCUENTA CENTAVOS QUE VINO A DAR "PLOP" JUSTO AL LADO DE MI ZAPATILLA.
YO NO SÉ MUCHAS COSAS, NO SÉ POR EJEMPLO ATARME BIEN LOS CORDONES PERO ESA TARDE DE VIERNES DESCUBRÍ QUE UNOS BUENOS MIMOS HECHOS A UNA SOLITARIA ALCANTARILLA PUEDEN TERMINAR EN UN RIQUÍSIMO ALFAJOR COMIDO EN DOS BOCADOS Y CON LOS CORDONES SUELTOS. ¡GLUP!

(La foto es en Girona, Barcelona, una excursión con Montse y su padre a mi regreso de Italia, Febrero 2006)

lunes, junio 05, 2006

Última lectura de Mayo, primeras in progress de Junio

Maruja, Ema Wolf
La otra lectura. La ilustración en la literatura infantil, Itsvanch
Mi vida, Isadora Duncan.

jueves, mayo 25, 2006

Lecturas de Mayo - In progress

Bohumil Hrabal, "Trenes rigurosamente vigilados"
Carmen Martín Gaite, "Caperucita en Manhattan"

miércoles, mayo 24, 2006

Epitafios de Medianoche Cap. 8

No fue sorpresa encontrarnos nuevamente en el puerto. Creo que ambos lo sabíamos. Es decir, no hay razón para no creer en las casualidades, pero tampoco para negar que ahora, la casualidad no era más que un insolente artificio.
Se sentó en la baranda y alzó su mirada hacia el reflejo tenue y negro que producían las primeras estrellas en el agua. Tenía el libro en la mano pero esta vez no leyó nada, ni siquiera lo abrió. Me puse nerviosa. ¿Por qué tenía miedo de escuchar su palabra real, sin la máscara de la poesía ajena?
-¿Otra vez por acá?- me dijo - Veo que elegiste jugar en mi juego...
-¿Qué juego?Me contestó con una sonrisa apenas visible que se perdió en la oscuridad. Creo que notó algo de disturbio en mis movimientos porque, en camino a una especie de redención por lo que había dicho, volvió a reírse diciendo algo tan acuoso que no le entendí ni pregunté. Habló un rato de algunas cosas que no recuerdo y me invitó a caminar.

Epitafios de Medianoche Cap. 7

Bueno, la cuestión continúa. Ese hombre había leído los versos de un Cortázar porteño, de manos sangrantes por un elegido exilio y por un olvidicidio; había sabido jugar de una manera extraña con esos versos en esas horas que me presentan más vulnerable. Hoy creo que él sabía que había articulado un juego demasiado fuerte. Esa noche dormí poco. La madrugada me sorprendió enredada en estos pensamientos y me reí de mí misma para convencerme de lo absurdo que resultaba analizar encuentros fortuitos en estas horas de transición.

viernes, mayo 12, 2006

Epitafios de Medianoche - Cap. 6

Aquí comienzo a fabular. Soy incorregible. Lo hago aunque sepa que estos encuentros no significan nada. Armo mis tramas con estos materiales, sin advertir lo cruel de fundarme como personaje. No de otra manera podría existir. Y todo conduce, por supuesto, a la gran farsa de todas las ficciones rosas, según las cuales deberíamos creer en la felicidad humana, suspirando al mismo tiempo que cerramos el libro. ¡Cómo nos han engañado, mi querido lector! Nunca lo creas. Siempre anda rondando por ahí, la máscara apaciguadora, la de la nulidad. Y nosotros somos sus monigotes, sus rostros sin forma. Están por todos lados, se venden a montones y someten a la imposibilidad de resolver los otros finales. Aquí comienzo a fabular, y pienso en ese hombre y en sus versos, y es que hoy no me queda otra que reducirme blandamente al espesor de una ficción mugrienta.

martes, mayo 09, 2006

Epitafios de Medianoche - Cap.5

Finalmente cae la tarde sumisa a los azules bajos de la noche y entonces regreso a casa. Son esas horas raras y mal mezcladas de la tarde las que me atrapan, no otras. Mientras se va haciendo de noche me siento un rato en los espigones del puerto a pensar en nada, a ver a la gente, a sentir el aire infectado.
Aquel día ya casi había oscurecido y cuando levanté la vista para irme, me perdí otra vez en la figura de ese hombre alto que leía apoyado en la baranda. No era una novedad, siempre estaba ahí, pero esta vez algo llamó mi atención. No puedo decir exactamente qué, posiblemente su sombra infinitamente aguda agigantándose a la luz de los barcos en el cemento sucio.
No podía explicarme por qué me atraía, pero algo de esa figura desconocida y a la vez tan conocida me dejó perpleja y continué mirándolo de una forma estúpida. Tan estúpida que no advertí que él también estaba mirándome (seguramente todo el peso de mis ojos le había caído sin piedad) Estuvimos como perdidos cada uno en un paréntesis ajeno hasta que el hombre se sentó a mi lado y sin hacer preguntas comenzó a leer.
No puedo imaginarme cuánto tiempo estuvo leyendo ese libro, cuántas veces leyó el mismo poema, cuántos silencios se cruzaron entre verso y verso, pero inexplicablemente, en algún momento del cual no tengo el recuerdo exacto, Javier cerró el libro, se despidió y se fue. Así nomás, rompiendo ese espacio extraño que había creado. No pudimos hablar ni una sola palabra que no fuera un verso o un silencio. Lo cierto es que perdí la noción del tiempo y al levantar la vista la noche estaba avanzada. Durante un rato más permanecí en el mismo lugar, pensando en su actitud, en sus ojos pequeños, huidizos, casi invisibles. Aunque no pude verlos muy bien (no me miraba) imaginé unos ojos poseídos por alguna especie de profundidad, de lejanía. Y además de sus ojos, lo más inquietante de su figura era una extraña forma de recortarse en el paisaje que le daba un aspecto casi caricaturesco.
Y me acuerdo que había leído

“Como un cáncer que avanza
abriéndose camino entre las flores
de la sangre, seccionando los nervios del deseo
la relojería azul de las venas,
granizo de sutil malentendido,
avalancha de llantos a destiempo.”

Y las palabras se habían incrustado en mi memoria transformándose en heridas nocturnas que ya comenzarían a sangrar. Y habíamos sonreído, y aunque no había nada en común en ambas sonrisas, sabíamos que no hacía falta coincidir en nada más que en el hecho de sonreír

Adquisiciones de Mayo

Vila-Matas, "Historia de una literatura portátil" (Anagrama)
Vila-Matas, "Recuerdos inventados" (Anagrama)
Funke, Cornelia "El señor de los ladrones" (Destino)
Witold, Gombrowicz, "Cartas a un amigo argentino" (Emecé)
Kovadloff, Santiago "Lo irremediable" (Emecé)
Silva, Lorenzo, "La Flaqueza del Bolchevique" (Destino)
Svevo, Ítalo, "La conciencia de Zeno" (Oveja Negra)
Moravia Alberto, "Agostino" (Oveja Negra)
Calvino, Ítalo, "Especulación inmobiliaria" (Oveja Negra)
Bassani, Giorgio, "El Jardín de los Finzi-Contini" (Oveja Negra)

lunes, mayo 08, 2006

Epitafios de Medianoche - Cap 3


La ciudad se alza feroz. La mañana es tan febril, tan insoportablemente pegajosa que uno tiene la sensación de que la noche ha pasado de largo por acá. El asfalto ya amanece caliente y la humedad nunca abandona las baldosas rotas, las paredes despiertan impregnadas de sombras mugrientas y los ruidos insoportables terminan por ingresar en la escena. La ciudad vuelve una y otra vez a insistir sobre sus engranajes recalentados. Ah, porteños, la ciudad es para nosotros como una segunda piel, que, permanentemente en llagas, nos retiene en un duelo entre el dolor y la fascinación. Amaneciendo y vibrando se entretiene la Buenos Aires desnutrida y carnavalesca. Y nosotros confluimos en esta convergencia heterogénea de puntos cardinales y le damos una vuelta más al mecanismo infernal: el giro preciso de lo cotidiano cuando compramos el diario, tomamos un café en algún bar de mala muerte y después siempre andamos esperando que se haga la hora. Es así, la rutina siempre es así: un insoportable pasaje de mansedumbres donde nos movemos pisando las huellas que dejamos el día anterior. Nunca se detiene el tiempo, con el trabajo ocupamos esa extraña parte de “tiempo porque sí”, y después entre la facultad y algunas otras naderías, llegamos a las horas bajas del día.

domingo, mayo 07, 2006

Dorita, tarta, vino y proyectos

-Busco al Señor Gray, Dorian Gray.
Le cerraban las puertas en las narices o se iba sin respuesta o por respuesta una risa o quizás alguna mirada baja pensara que aquello era una especie de clave que le habían dado a este pobre y desafortunado aprendiz de mafioso. Pero nada de eso. Este hombre a quien llamaremos Fortunato, pasaba las tardes leyendo y tenía la extraña convicción de que todo aquello que leía era parte de una realidad recortada, digamos robada. Intenté una y mil veces explicarle todo el asunto de la ficción pero no había caso, Fortunato seguía buscando al pobre Dorian Gray. ¿Pobre por qué? Nunca logré averiguarlo. Fortunato tenía la secreta convicción de ese viejo personaje sufría en algún lado.
Probó con Gray, y con Gatsby, con Raskolnikov hasta que un día, no me explico aún como, dio casi de bruces con Alonso Quijano que ya estaba un poco enclenque y fumaba pipa en un portal de una casa en venta. Fortunato festejó el encuentro con inmensa alegría y le habló a viejo Quijote de su búsqueda y de la gran melancolía que aquella infructuosa tarea le había deparado.
Quijano ni se inmutó. Aspiró de su pipa y le dijo casi en un susurro:
-Mírame muchacho, he buscado lo inhallable y he colmado de negra melancolía mi corazón. Ahora que ya no busco, me dedico a ser personaje y sentado en este portal envejecido, otros me leen, me reviven, me reinventan y me curan de tanta y tan profunda melancolía, esa es mi razón de estar. No me la cuestiones.
Fortunato, pensativo, encendió un cigarrillo, aspiró profundamente y se fue calle abajo. Una o dos veces se giró y saludó al caballero de la triste figura, pero este no lo vio, continuaba inmóvil echando humo de su pipa.

viernes, mayo 05, 2006

Epitafios de Medianoche - Cap.1

Entonces solamente veía su figura que se recortaba chocante en el paisaje y hasta podía suponer sus pensamientos. Es que había algo más allá de ese cuerpo enfermizo que le daba cierta visibilidad a sus abstracciones. Yo sabía que venía todas las tardes al puerto a morir un poco con el sol, a intentar llorar de cara al río. Así como que no le entraba más soledad en sus costillas y que por eso hundía su mente en esa rara noción del tiempo que pregonaba, y proyectaba su cuerpo en el escenario espejado del Río de la Plata.
Solamente pensaba, no sé si en el pasado, no sé si alguna vez pudo asomarse a los olvidos, solamente estaba ahí y miraba inmóvil el agua.
Puedo verlo todavía. Tan vulnerable, tan enrollado en su propia soledad que hasta me parecía que con el tiempo se había ido achicando, como desvaneciéndose en silencio.
A veces aparecía con un sobretodo azul gastado, a veces una campera de cuero bastante sucia y con visibles agujeros, pero siempre los mismos zapatos negros, siempre el mismo chambergo gris, siempre ese aire de esquina de café y de alma tan llena de agujeros como de pajaritos.
Muchas veces me preguntaba si esta inmaterialidad que lo perseguía lo llevaba al puerto por las tardes, lo llevó a mí en ese tarde en la que el tiempo nos encerró. Recuerdo haberlo visto muchas veces allí, siempre en la misma posición: de espaldas al río y cara al cielo, un libro que nunca abría pero que tal vez por puro fetichismo llevaba bajo el brazo. Religiosamente su cuerpo había pasado a formar parte del paisaje. Inmóvil escultura de la noche, había obligado a mis ojos a perderse en su cuerpo.
Hubo un tiempo, en el que solía perderme solamente con la visión de su silencio.
Pero existió también otro tiempo demasiado cruel cuya crónica presento en estas páginas.

Epitafios de Medianoche - Prólogo




Quiero decir que en la muerte no opera la afonía. Que allí el silencio es tan falso como lo es en cualquier otro lugar. Quiero decir que cada noche, y solamente por castigarme, una turba incesante de palabras busca refugio entre mis manos y no puedo rechazarlas. Las hago mías en cuanto se presentan y después viene el martirio. Porque esas palabras sólo son la gran bufonada del silencio que, también es una bufonada: la de lo imposible. Por lo tanto voy a valerme de la imposibilidad de ser silencio y a narrar el lugar desde donde partió la oscuridad. También quiero creer que todos ellos no están muertos y que esta inútil forma de alzarme sobre el lenguaje no es más que un intento por profanar la agudeza del silencio que se ha generado entre nosotros. Mi muerte sin embargo continúa con su cántico, por eso estoy fuera de ellos, porque la inefabilidad me persigue. Ellos fueron derrotados por eso callan. Yo no me resigno a quedarme sin algún imposible, por eso continúo dando batalla con mis ajadas palabras.

EPITAFIOS DE MEDIANOCHE Por Primera Vez iluminado

Esta es una vieja novela que nació de un desencuentro premeditado. Hace demasiados años que duerme en el cajón y no séra publicada salvo en estos espacios inexistentes que es el espacio que ella reclama.

miércoles, mayo 03, 2006

Una Info Interesante para el Mundo Titiritesco


Llega a la Argentina la PRESTIGIOSA TITIRITERA MEXICANA SRA. MIREYA CUETO, una de las fundadoras del Museo Nacional de Títeres de México.
UNA VIDA DEDICADA A LOS TITERES. 84 AÑOS A PLENO TRABAJO.
-ACTIVIDADES:
JUEVES 4 de mayo llega Mireya Cueto
LUNES 8 - 19:30 horas. Inauguración en el Museo del Títere, de la muestra de títeres de Mireya, y grabados de su madre, (Lola Cueto)-
DOMINGO 14 - 20 horas Centro Cultural de la Cooperacion, Sala González Tuñón, presentación de la película sobre Mireya Cueto, "Los juegos y los días", realizada por el titiritero Jorge Libster, quien residió durante 25 años en México. Posteriormente , Cecilia Kamen, hará una lectura del Monodiálogo con Jehová, cuento de Mireya Cueto, cerrando el evento con palabras de Sarah y de Mireya.
MARTES 16 en Argentores. 19 horas. Presentacion de Mireya Cueto, Proyección de la película "Los juegos y Los Días", teatralización de un texto infantil de Mireya a cargo de Cecilia Kamen, y palabras de Mireya.
MIERCOLES 17 - 11horas - Universidad Nacional de San Martín, presentación de Mireya, compendio del documental, charla con Mireya y Sarah. Presentación de un corto sobre el juguete popular mexicano.-VIERNES 19 - 22hs. en la Biblioteca La Nube, conversaciones con Mireya Cueto.
LUNES 22 - 19.30hs. Museo del Titere, proyección del corto de Mireya sobre juguete popular mexicano. Charla sobre temas específicos a los títeres. Reunión de despedida, con música y picadita.
Clausura de la exposición de títeres y grabados. Fin de las actividades. Programa sujeto a cambios
LLEGARÁ DESDE BILBAO - ESPAÑA, LA SRA. CONCHA DE LA CASA, DIRECTORA DEL CENTRO DE INVESTIGACION TITIRITERA, PARA ACOMPAÑAR EN ESTE EVENTO TAN ESPECIAL, A LAS SRAS. MIREYA CUETO Y SARAH BIANCHI
Fundadora del teatro de títeres y actores Tínglado, en 1981, Mireya Cueto es Licenciada en Historia Moderna y Contemporánea por la UNAM, obtuvo una beca del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes con la que realizó la Leyenda de los Soles (Nahui Ollín) en teatro de sombras. En 1992 estrenó, bajo el mismo formato teatral "San Juan de la Cruz, poeta místico", obra presentada en el Festival Internacional de Títeres de Bilbao en 1994 . Con una beca del FONCA en 1993 hizo también para teatro de sombras el mito griego de Perséfone que estrenó en el Festival Cultural San Angel en 1995.
La imagen pertenece a la Película "Strings" www.stringsthemovie.com

Libros de Abril

Kazuo Ishiguro, Pálida Luz en las Colinas
Kay Thomson, Eloíse en Moscú.
Capote Truman, A Sangre Fría
Peter Burke, Eyewitness
Cassany Daniel, Describir el Escribir
Pitol, Sergio, El desfile del Amor
Vila-Matas, Enrique, Suicidios ejemplares

domingo, abril 30, 2006

Ida y Vuelta (Felindarea / Chempes)

Vos te acordás lo fácil que resultaba?
Te vienen imágenes de antes? Inventamos grandes maquinas
Cuando los océanos eran ríos Que se alejan tras las ventanas
Antes que todo hiciera CRASH Y en la noche decimos
Y las costas de dividieran “QUE VAYA!, QUE VAYA!”
Dejando atrapado al cordero allá donde las luces imaginamos
Dejando suelto al león
Antes, previo a toda aspiración elegimos amores que cierran los parpados
A todo puente aéreo en lo profundo, juntando con pala
¿Cuándo nuestra memoria olvidó restos de personajes
la panacea a que nos debemos? “Y QUE VAYA!, QUE VAYA!”
Y no te arregles demasiado si fueras a salir CRASH CRASH CRASH
Pero tampoco me pidas sentarte en el piso Ahora que mi familia son mis pasiones
Cuando todos bailan Recuerdo antes de la costa y el mar
Que aun siento en el ritmo El braquito que dejaba correr en la esquina
Aquello que hizo CRASH y no paro de romper De un barrio epidérmico
Ahora solo un aluvión te marea “Y QUE VAYA!, QUE VAYA!”
Acostumbrado como estas hasta el otro mar.
A tanto ruido en el silencio!
Texto: chempes
Imagen: felindarea
Puntos de Vista jamás podrían entenderse. Pero el amor es así
Lo advirtió una tarde sin preludios; atardecía hubiera querido decir ella si él le hubiera
lento, y sin dudarlo extraño en una tarde descubierto su secreto desconcierto. Pero él
como esta comenzaban a mostrarse las no dijo nada. Aquella tarde no la besó, sin
primeras estrellas. Lo advirtió en ese dejar de mirarla le pidió que se fuera, que se
intersticio del tiempo, lugar inusitado para las fuera y no volviera. Ella se puso de pie y se
certezas y sin embargo fue aquel el momento alejó de allí. Entre lágrimas y arriba las
en el que supo que nunca podrían estar estrellas él se alegró de que por fin, las
juntos. manos izquierdas eran las izquierdas y las
La miró a los ojos arriba anochecía y derechas, las derechas; lástima no poder decir
empezaban a desearse y confirmó lo que lo mismo de sus ojos.
había sospechado. Su ojo izquierdo siempre
sería el derecho, según ella, y su mano
derecha siempre sería la izquierda, según él.
Así no se llega a ningún lado, pensó y bajó la
vista. Si cuando él creía estar mirando su ojo
izquierdo en verdad miraba el derecho y
cuando creía estar besando su mano derecha,
en realidad besaba la izquierda, entonces
Texto: felindarea / chempes

domingo, abril 16, 2006

Domingos de (P)ascuas

Todo el mundo dora la tarde incierta con sobremesas largas aunque no necesariamente para imprimir en el recuerdo. De este lado, sin estar en Barcelona, estando en el mismo lugar donde se suponía la compañía, las risas familiares, los amigos de siempre, también está la soledad.
Jugar a reencontrarse es una historia manchada por un día de lluvia previsible y yo, de este lado, sin estar en Barcelona, estando acá mismo, en el lugar propio del reencuentro, me alejo cada vez más de lo que había construido para mí.
Las ventanas están abiertas, el sol de domingo no es el mismo que el de otros días y sin embargo aquí no hay diferencia. El mate se enfrió hace rato y padece el tiempo en sus fibras. Arranqué unos acordes ralos a la guitarra que parece allí parada, agujereada por los rayos de sol filtrados por la persiana, un objeto de decoración más que un instrumento musical y me siento a escribir con la profunda convicción de que este diálogo donde no contesta nadie es la única opción en esta tarde de ascuas.

lunes, abril 10, 2006

LIBROS DE MARZO

Tortilla Flat, de Steinbeck
La Perla, de Steinbeck
Los demasiados libros, Gabriel Zaid
El Mal de Montano, Vila-Matas
Tombuctú, Paul Auster
Capitanes de la Arena, Jorge Amado (Mariana devolvelo!!)

domingo, abril 09, 2006

Títeres Misterio en el Reino de Sinsuflé

Este el Rey Sinsuflé. Soberano de una región hermosísima de un lugar que siempre queda a las puertas del sueño. El Rey sinsuflé normalmente es feliz pero ahora está preocupadísimo. Su ejército vaga por los rincones del bosque con el alma en la mano y cantando melancólicas canciones. El Rey Sinsuflé no entiende nada y necesita que sus soldados recuperen rápidamente sus ganas de luchar para que puedan enfrentarse con el ejército Merebul que ya está a las puertas de su reino.

Como ya no sabe qué hacer, el Rey Sinsuflé decide llamar al gran, famoso, inigualable, conocidísimo Mago Melquises a quien le gusta tomar mate y comer bizcochitos. Junto con su buen amigo el cuervo Agapito intentarán averiguar quién está detrás de todo esto.
Aquí tenemos al primer sospechoso... mmm
¡Les presento a Asustauncuerno!


Y ella es la primorosa Perispómena. Un hada como no hay dos. Se ha enamorado del Rey Sinsuflé y hace todo lo que esté en sus manos para llamar la atención. También le ayudará a descubrir el Misterio.

Compañía El Otro Lado (títeres)

Les presento al Presentador... ya sé que suena redundante pero a veces debemos redundar en redundancias. Bueno, rebuznancias aparte, nuestro conejo presentador está pensando en ganarse un puestito en palacio y para eso intentará ayudar a atrapar a los causantes de todo este lío.


Aquí les presento al segundo sospechoso... mmmm!
¡Con ustedes ESPANTANADIE!



LA INMOVILIDAD


Me pasa siempre, después del primer sopor del sueño entorpecido no puedo evitar sentir una euforia repentina. Me incorporo casi temblando de desesperación, pego mi nariz al vidrio y contemplo largo rato el vuelo de un paisaje ininterrumpidamente verde.
Habría jurado que ya estábamos cerca y no es que me acuerde demasiado del camino ni siquiera que haya demasiado para recordar pero he soñado y el tiempo del sueño estira interminablemente sus fauces hasta morder casi con descaro la percepción de la realidad y creí que ya había pasado bastante tiempo.
Algunos huesos crujen. Eso también es normal y cuando voy a meter en la mano en el bolsillo en busca de mi libreta toco un caramelo que está allí desde hace mucho tiempo y es incomible. También está el telegrama que me ha llegado ayer y por lo que ahora estoy en este tren. Llegó ayer por la tarde y no pude decir que no. “Es algo personal, ya lo sabemos pero queremos transformarlo en noticia” dijo el jefe por teléfono.
El tren se detiene en una estación que no recuerdo y consulto con un pasajero para asegurarme de haber subido con la destinación correcta. Saco la libreta y escribo.
Por qué no recuerdo esta estación si debo haber pasado unas cuantas veces por aquí, de camino a la ciudad. Visitaba a mi madre que no vivía con nosotros y los domingos por la noche regresaba al pueblo. Entonces contaba las estaciones, una por una y por qué no recuerdo esta que acabamos de pasar.
La memoria es selectiva, un trozo frágil de piel dolorida que sangra al menor movimiento y cubre con la sangre vertida esas imágenes que no logramos traer, eso que se transforma en olvido. Cubiertos con mi propia sangre un día dejé a mi madre y me olvidé también de María que se quedó en el pueblo y de los perros que me seguían al bosque en mis excursiones de la siesta. El bosque era más bien pobre y desabrido; lo árboles eran bajos y escasos y no abundaban por cierto las zonas oscuras. Pero era un bosque contra cualquier definición y el que definió para siempre mi concepto de bosque. Así funcionaban las cosas por aquella época. Todo el mundo se redefinía y hasta mi padre se animaba a inventarse palabras por el mero hecho de saberse libre y dueño de sí mismo. No era un buen tipo mi viejo, era más bien agrio y algo bruto, pero había ciertas cosas que tenía lo suficientemente claras como para establecer sus propias prioridades y defenderlas. Mi padre era un tipo callado sin embargo esos silencios, en los que yo jamás ahondaba, se quebraron un día en un grito único gritado entre tantas otra voces vecinas. Aquel día había que gritar por nuestras tierras y yo también grité mientras a miraba a mi padre y trataba de imitar su postura y su grito incansable.

Ahora no sé si sueño o recuerdo. Todo lo que vi y lo que oí suena lejos y se distorsiona, entra en el irrepetible juego de olvidar, un juego que no se renueva y en el que no se puede volver a empezar.
El tren se detiene otra vez, nadie sube ni baja en esta estación. Reacomodo la posición. Me duelen los pies, normal, uno se acostumbra demasiado pronto a la inmovilidad y en esa inmovilidad crece y se deforma. Al menos eso decía mi madre cada vez que me pedía que le escribiera. Si no me escribes tus dedos se deformarán, decía, escríbeme cada día una carta y entonces sabré que tus dedos están en perfecto estado. A mi madre la habían enviado a la ciudad porque en el pueblo las cosas se estaban poniendo feas y no era lugar para una mujer a pesar de que estaba lleno de mujeres el día en que mi padre gritó. Estábamos todos. En la siguiente manifestación ya faltaban algunos y después ya no hubo manifestación.
Yo aprovechaba las tardes libres para ir al bosque a recoger almendras. Con almendras alimentaba a los perros que me seguían y vendía el resto por nada. María me ayudaba de vez en cuando hasta que ya no la dejaron salir. Su padre había desaparecido y ahora tenían miedo.

Un señor se sienta enfrente mío. No ha subido en ninguna estación simplemente ha llegado a mi vagón y se ha instalado frente a mí. Le tiemblan las manos y tiene los dedos deformes. Otra vez la inmovilidad. Otra vez todo el rollo de la inmovilidad.
Dejo de escribir, también mis manos están temblando ahora. Normal. Empiezo a cansarme de tanta normalidad idiota. Debí haber rechazado este trabajo desde el principio pero no pude decir que no porque no pude poner ninguna excusa válida. Todos saben que en ese pueblo nací, nadie sabe cómo me fui y la verdad es que no puedo contarlo y entonces otra vez la inmovilidad, el dejarme ir, el dejarme convencer, como si aquella tarde con mi padre yo no hubiese gritado.
Pero grité, lo juro.

Aquella tarde estaba por acabar y yo todavía seguía en el bosque. Me había alejado más de lo habitual y lo sabía pero no quería volver, quería ver qué había más allá. Entonces alguien estornudó. Me mantuve inmóvil tratando de que las hojas secas que pisaba no crujieran. Nada. Quizás había sido mi imaginación y lo habría sido si aquel estornudo no se hubiera repetido pero se repitió y pude distinguir de dónde venía. Era un árbol, uno de los más grandes del bosque. Se había secado hacía muchísimos años pero permanecía en pie como una anticipación atroz de los cadáveres que vendrían. La guerra ya había empezado y los hombres de mi pueblo empezaban a matarse sin dilación y acumulaban cadáveres familiares sin atreverse a mirar dos veces el montón. Y otra vez el estornudo.

El viejo que está sentado enfrente mío no me saca los ojos de encima. Intenta una sonrisa que esquivo sin habilidad porque le miro de reojo mientras finjo mirar el paisaje monótono que se ve desde el tren. Fijo otra vez la vista sobre las palabras recientemente escritas, escribo algunas más.

Cuando escuché el tercer estornudo caminé hacia el árbol muerto y lo rodeé hasta quedar frente al hueco del tronco y en el hueco se había escondido un hombre corpulento al que yo conocía muy bien. El tipo tiritaba de forma insoportable y me miraba sin decir una palabra, sólo estornudando. Después se animó a un susurro y preguntó: “¿Eres el hijo de Don Manuel?”

¿Usted... no es el hijo de Don Manuel?, pregunta el viejo que está sentado frente a mí. Me quedo mirándole un buen rato sin contestar y vuelvo a las palabras de la libreta. ¿Cómo es posible que la realidad y el recuerdo se hayan asimilado en las mismas palabras? Levanto la vista y le digo que sí.
¡Pero qué sorpresa! ¿Y qué hace por aquí, va para el pueblo?
Sí, contesto, soy periodista y me han enviado a hacer una entrevista.
¡Periodista, pero qué bien, qué bien! Seguro, tose con garganta de fumador seguramente que no te acuerdas de mí.
Expone su rostro girándolo a un lado y al otro y sonríe satisfecho. No tengo ni idea de quién es, no le recuerdo. Normal. El olvido ha hecho grandes progresos conmigo.
Soy ese joven e inexperto párroco que llegó al pueblo después de la República. Mi primera iglesia fuisteis vosotros, se echa a reír una risa húmeda y quebrada.
Lo siento, pero nunca fui muy devoto y no recuerdo haber ido a aquella iglesia, tampoco le recuerdo, lo siento mucho.
Quiero volver a mis escritos y a mis recuerdos pero aquel viejo no me deja.
Yo sí te recuerdo. Yo era casi un chaval pero me acuerdo. Sé que no eras devoto, tampoco tu padre lo era, a él también lo recuerdo. No vinisteis nunca a misa pero alguna vez me tomé un trago con tu padre. Un tipo raro y usted también. Mire que irse así como así...
Tampoco me acuerdo mucho de mi padre, miento.
Cosas que pasan dice el viejo y al tiempo se incorpora con dificultad y me extiende la mano. Bien, me bajo.
¿Ya estamos en el Pueblo?, pregunto sobresaltado.
No, falta un poco, yo ya no vivo ahí...
Le extiendo una mano blanda y desganada y lo veo irse y saludarme una vez más desde el final del andén. El tren arranca otra vez y me encierro en los recuerdos que ya no son palabras, que se me van dibujando sobre el paisaje de la ventana.

El hombre que se escondía en el árbol muerto era el padre de María. Me pidió que no dijera nada a su familia que estaría allí hasta que acabara todo. Me reí porque faltaba demasiado tiempo para que todo aquello tuviera un fin. Le di unas almendras que masticó con desesperación y me pidió más, pero ya no había más y le prometí traerle algo al día siguiente. Y cumplí el siguiente día y los otros. Un poco de pan, una botella de leche robada, más almendras, miel y sobras, y solamente una vez un trozo de queso medio derretido. De camino al bosque pasaba delante de la casa de María que me miraba perderme entre los árboles. Yo la miraba también pero cuando ella ya no podía verme. Estuve tentado de decirle dónde estaba su padre pero nunca lo hice. No sé por qué.
Aquel hombre y yo nunca nos dijimos nada, me sentaba al otro lado del árbol donde no pudiera verle y le escuchaba comer y un día también le escuché llorar. “¿Crees que soy un cobarde?”, me preguntó. Lo miré directamente a los ojos reblandecidos. “No sé”, contesté y realmente no lo sabía. No tenía mucha idea de lo que ocurría aunque en general todo me asustaba. Mi padre decía que había que gritar y yo gritaba, decía que los ricos eran malos y yo lo repetía. Que un tipo se metiera en el hueco de un árbol muerto y no quisiera salir también lo entendía. Si yo hubiera encontrado un escondite así no lo habría abandonado jamás. Le miré despacio el surco sucio de las últimas lágrimas a medio secar. Cogió las almendras que le quedaban y se las puso todas juntas en la boca. Había engordado, si seguía comiendo así no cabría en el hueco del árbol. Me lo imaginé yendo de un lado a otro con el árbol a cuestas y me reí de la ocurrencia pero supongo que se pensó que me estaba riendo de él y se enfureció. Salió con dificultad del árbol, me cogió de los hombros y me abofeteó. Creo que aquella fue la peor paliza que me han dado en toda mi vida. Desde ese día no volví nunca más.

Otra vez el tren se ha detenido en ninguna estación. Es campo abierto y supongo que esperamos que cambien las señales. Ahora entiendo un poco mejor. Esta es la base de la inmovilidad porque las señales nunca cambian, modifican sus posiciones pero siempre son las mismas. El tren arranca de nuevo. No debemos estar muy lejos. Lo sé por lo mismo que cuando regresaba de ver a mi madre en la ciudad, distinguía la última estación antes del pueblo. La de los molinos. Habían estado ahí desde siempre, inútiles entonces, inútiles ahora también, pero eran todo un símbolo. Le dieron nombre a la estación hasta que se lo cambiaron por el de Primo de Rivera y después otra vez a Los Molinos. Cuando me fui del pueblo se llamaba Primo de Rivera. Y eso me lo acuerdo bien porque ahí me dejaron los de la Guardia Civil, en la estación Primo de Rivera.
Lo había escuchado una tarde en la taberna les dabas algo y te daban algo, a veces es dinero y a veces comida, depende. Y a mí me dieron dinero para el tren. El tipo está ahí, les dije, en el hueco del árbol muerto, está ahí.
María aquella vez también me miró desde la ventana. Estaba llorando, yo no la miré pero lo sé. Yo también estaba llorando pero quería irme y me fui y nunca más volví. Me subí en ese tren de la estación Primo de Rivera que ahora es Los Molinos, y no volví nunca más. Desde mi pueblo María todavía me miraba.

Hemos llegado, miro a través de la ventana y busco entre la multitud pero no la veo. Debería estar esperándome, habíamos quedado en eso pues con el dinero que sobró le mandé un telegrama pero no la veo. Me desenrollo de mi inmovilidad dolorida y camino hacia el andén. No la veo. Una señorita de mi edad agita un pañuelo y pronuncia mi nombre. Vuelve a llamarme y me acerco.
“¿Es usted Rodrigo Páez, el hijo de Don Manuel?”, pregunta excitada.
“¿Y mi madre dónde está?”
Me mira aturdida y a mí me importa bien poco pues había quedado con mi madre y no la veo y me da miedo.
“¿Perdone? ¿Su madre? Mire le he llamado porque han encontrado...
“¿Y usted quién es? Mi madre debería estar aquí...”
El andén comienza a despejarse. No es que hubiera mucha gente. Nunca hay mucha gente por aquí. Algunos todavía se ocultan y se encuentran más allá de la mirada de los de la Civil.
“Soy la hija de María, me imagino que le recuerda... encontramos los restos de algunas personas y me imaginé que quería saber si su padre...”
No entiendo de qué me habla esa señorita. Después de haberme subido al tren en la Estación Primo de Rivera iba camino de encontrarme con mi madre. Esperamos las señales, cambiaron, me dormí un poco y me desperté. Soñé con algo aunque no sé exactamente con qué. Después del primer sopor del sueño entorpecido no pude volver a dormirme y me quedé pensando en las lágrimas de María que me miraba delatar a su padre escondido en el hueco del árbol muerto. No entiendo nada. Sabía que no tenía que venir.
Vuelvo a subirme al tren. Miro por la ventana a la señorita que no me mira. Estoy llorando y ella lo sabe aunque no me mira. Debo seguir viaje. Todavía no he llegado a destino, me he bajado en la estación equivocada.
Me pregunto si podré volver a dormirme y lo intento cerrando los ojos pero es inútil así que los abro y miro a mi alrededor. Todo sigue igual. El viejo de enfrente mío se ha quedado dormido y ronca. El paisaje continúa ininterrumpidamente verde y todo se mueve pero parece como si siguiéramos en el mismo lugar. La inmovilidad, si no te mueves, si te quedas inmóvil creces y te deformas. Eso me decía me madre cuando me despedía en la estación. Escribe cada día, así tus dedos nunca se deformarán.
Meto la mano en el bolsillo, saco la libreta y me pongo a escribir.








sábado, abril 01, 2006

Es raro esto del amanecer, nunca llega igual ni al mismo tiempo. La luz se demora viciosa en el lecho de la noche que la devora, que la atrapa, que la convence. Así me quedaría yo en el lecho de alguien que todavía no ha llegado, de alguien que quiere irse.Sentarme en el tren, sufriendo la incomodidad de los asientos y esperando que nadie venga a sentarse enfrente mío para así poder estirar los pies y estar todavía un ratito más en posición semi horizontal. Sentarme en el tren y dejarme llevar y entonces volver a pensar en la locura y en qué necesidad tengo que hablar esa locura con alguien. Buscar un sitio amable, con aire amable y luz tenue y hablar de todo y de pronto dejarse desvariar, dejarse a uno mismo escupir las incoherencias que se presentan cada día y que no tienen justificación ninguna. Y si un día me doy a la locura, tal vez sea la carencia de esas palabras indichas en su momento, calladas, atragantadas al fondo de lo que no ha ocurrido. (Los viajes a Barcelona, 2005)


Tardes de Capotas
Sin ser necesario vestirse de gris para entonar con el día, andamos los todavía transcurrimos. Miramos el paisaje que desciende y respiramos un aire encapotado. Una mala noche hace los pasos más pesados y haber llorado quizás reduce la visión. Los ojos están hinchados. También la paciencia. Pero a eso ya estamos un poco más acostumbrados... Barcelona, 10 de octubre 2005


TEMA SOBRE LAS SILLAS/1 - CHEMPES
Porque estaban solas y estaban aburridas, por eso seguramente se abandonaron a sí mismas en medio del pasillo gris y derruido. Se habían pasado años enteros esperando que alguien ocupara su sitio, pero el sitio verdadero y sin embargo, avejentadas ahora y tenues en el paisaje arrasado, se lamentaban de su suerte.Puestos a mirar con detenimiento esa suerte que les había tocado en suerte y esa muerte que habían sabido desde el principio, quizás podamos aventurar que no fue tan terrible ser lo que tenían que ser. Y la soledad y el aburrimiento eran – entre otras cosas – signos oscuros de un destino más oscuro. Nadie más se sentaría en ellas porque los que quedábamos ya no estamos y los que se fueron ya no volvieron a abrir la puerta: no quedaban juegos allí.El primero que pille la silla se sienta y listo. La cosa parecía sencilla sobre todo si la acción se acompañaba con música ligera, pegajosa y que todos nos conocíamos porque estaba de moda. Rondábamos rapaces con los ojos secos puestos en la madera y bailábamos sin más la danza macabra afilando las espuelas; y cuando se detenía la música – lamento decirlo pero en lo mejor de la canción – corríamos a ocupar nuestro puesto, sentarnos derechitos, sonrientes y sin mostrar un ápice de cansancio ni aburrimiento.Acabé solo. Ya ni la música sonaba porque la que teníamos se había pasado de moda y no había forma de salir a buscar otra nueva. Además, como estaba solo, tampoco había quien pusiera la música ni quien la detuviera, ni siquiera quien corriera a sentarse en la única silla que quedaba. Solamente yo. Mirando desastrado la silla, la única, la mía y las desganas, el cansancio, la terrible sensación del fracaso. La música no suena pero igual puedo acercarme a la silla y sentarme, y esto hacerlo una y otra vez y ganar en todas las partidas. Hay cadáveres alrededor. Algunos ya ni se los reconoce. Son mis amigos. Los maté a empujones o con astillas de la madera vieja clavadas en sus ojos. Yo rompía las sillas pues cuantas menos hubiera más cerca estaba del éxito.Nadie puede decir que no lo logré. Hay una única silla, la mía; y aunque no suene la música voy a sentarme. La madera insensata cede bajo mi trasero y a mí me crujen los huesos, no atino a levantarme. Todo mi peso blando y poroso se precipita sin remedio.No puedo levantarme. Tampoco lo intento.Hay cadáveres a mi alrededor. Qué mal huele todo esto. FELINDAREA


Ese hombre se parece a la palabra incertidumbre, y es un país con tantas comarcas invisibles que tienes miedo de tropezar con nuevas lenguas cada vez.Ese hombre se parece a los silencios que no me son posibles, a las terrazas sin memoria y sin escaleras, a lo que queda de mí después de la lluvia...Este hombre reinventa cada hora y me reinventa, a pesar de tantas y tan iguales soledades...
LUNES ENCAPOTADO
Hoy, desde el ventanal enorme - y siempre cerrado - de mi oficina, pude ver cómo el cielo se encapotaba. Primero, bien temprano, apenas se encienden los ordenadores y te duelen los ojos del llanto del domigo, el cielo enrojecía las primeras nubes.Fue un espectáculo estrafalario y delicioso hasta que mi jefa bajó de un tirón los papeles que hacen las veces de cortinas. No vaya a ser que se distraigan y dejen de introducir albaranes y facturas con la eficacia de un pez. Más tarde y aprovechando un descuido de mi compañera, icé nuevamente la papeleta pero el sol del mediodía resecaba sus pieles - sólo acostumbradas a la resolana que se deja ver entre los toldos de las tiendas cuando se van de compras - y censuraron mis ganas. Fue sólo después, cuando las dos de la tarde acobardan los dedos cansados de tanto absurdo traqueteo que ellas - ya sin el sentido claro - no advirtieron otra vez mi último intento. Fue un movimiento rápido y eficaz. Allí estaba mi cielo. Entonces todas quedaron en silencio: el espectáculo era nuevamente delicioso, las nubes compactas y metálicas amenzaban lluvia y aunque fuera porque se habían olvidado el paraguas o porque se les mojarían los tacos de cuero puro comprados en rebajas en Passeig de Gràcia, aunque fuera porque aquella misma tarde irían a la peluquería o porque habían tendido la ropa o porque no podrían salir a su fuquin futin (sic.) habitual para bajar esos gramos que asoman debajo del ombligo, lo cierto fue que dejaron la cortina abierta y yo y mi felicidad disfrutamos en grande de nuestro cielo encapotado.
Ventajas del exilio para el escritor", dice Andrés Neuman: "Una parte de su memoria queda acotada con tanta precisión que le es posible narrarla como si fuera póstuma"Yo voy a decir que como si fuera de otro como si otro narrara por uno las sensaciones que no puede dejar de sentir y uno sabe, además, que no sería así como las narraría.Pasear por las calles de mi barrio no tiene nada de mítico ni de melancólico. Los colores han cambiado y los grises entre protestas por la cola para el tren, por una viejita no puede contar su dinero o porque hablá más fuerte que no te escucho. Las palabras se resbalan de las comisuras de los labios cortados artificialmente por sus lados para simular una sonrisa que nunca tendrán. Y el voseo, que allá, del otro lado era un signo de pertenencia, un territorio lingüístico - el único - traído como patrimonio esencial de lo que era, acá se desperdicia y ensucia las calles como el caño roto de la PLaza Roca que nadie se pone arreglar.Pero está la gente. Esa manera blanda de aparecerte en la esquina y ese miedo clavado en la punta de los ojos acompañado por una arraigada desconfianza en el hermano. La gente y sus carteles domésticos de "se enseña inglés", "arreglo televisores", "se hacen tortas por encargo" devuelven la calidez de la Argentina casera, hecha en casa con lo que me sobró de anoche. Por eso, al acostarme, cansada aunque no haya hecho mucha cosa, me duelen los ojos de absorber mirada y me duele la mirada de reimpresionar las imágenes que había dejado atrás en mis retinas agotadas.