miércoles, junio 29, 2016

Rarezas II o no tanto...

1.- Empecé canto. Cantar es una de las cosas más lindas que me suceden... Si encuentro que un recinto... sea el baño de un cine, el foyer del teatro plaza donde a veces trabajo o un aula de la escuela de estética tiene buena acústica, me mando a cantar. Cuando alguien entra, automáticamente me callo. ¿Qué pava no?
Lo cierto es que ayer volví a cantar. Desempolvé mi sueño de cantar para chicos, aunque nunca lo haga, pero por lo menos le saqué brillito a la idea y la dejé en la mesa de luz, donde se ilumina cada noche con el velador que me olvido de apagar porque me quedo dormida con el libro en la mano.


Un nuevo comienzo

Otra vez volver a empezar, desarmar y armar en una nueva configuración de imágenes fractales, como se define el mundo y que, a la vez, pobre de esta escritora que lo pretende, es inefable. Intraducible, salvo a través de la locura. Pero no es una opción, no para mí. No en mi mundito absurdo de verdades compradas y que se me han metido en la carne como uñas sucias. Pero qué remedio.

Otra vez probar y desaprobar, asentir y negar al mismo tiempo sin poder reconocer qué parte es la que negamos. Tal vez sin querer reconocerlas y por eso huimos de la posibilidad de la terapia... porque de alguna manera, desarmaría para siempre el misterio. Y del misterio vivimos, del misterio me alimento y desde allí escribo, desde lo irresuelto.