miércoles, enero 25, 2006
En Barcelona, el cielo es más azul pero más triste. Los sueños de otros pegados a la almohada se confunden con mis sueños y ya no logro distinguir unos de otros y todo comienza a darme igual. La gente circula en Barcelona con las manos en los bolsillos pero sin esa cómplice descompostura del tirado o el que ya no tiene nada que perder. Todo está por perderse aquí, porque todo es plausible de ser ganado. Este invierno con Barcelona de paso por mis ojos, desentierro recuerdos que creí apelmazados en la tierra y los pongo a jugar en el viento de la esquina como títeres muertos.
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