martes, septiembre 26, 2006
Personajes/3
Mi tío es la persona más atenta que conozco y el único además que se acuerda de mi cumpleaños y de los cumpleaños de todas las personas de la cuadra. Sabe, por ejemplo, que la chiquita cumple en octubre porque sale a vender recetarios de 1 peso por el día la madre y siempre le trae alguno que la chiquita archiva porque de cocinar no tiene ni idea. Cuando llegan las lapiceras, él pasa por la casa del pelado porque se acuerda perfectamente de que cumple años dos sábados después del día del padre y entonces se guarda una lapicera y se la regala. A veces la lapicera es la misma del año pasado, pero mi tío no se da cuenta; el pelado sí, pero no dice nada y lo abraza. Sin embargo conmigo es diferente porque cada año me trae las últimas flores que le quedan sin vender a los entusiastas de la primavera. Sabe que cuando va al depósito y en lugar de muñequitos que bailan o diez chocolates por 2 pesos o linternas que funcionan sin pila ni batería, hay flores, entonces se acerca mi cumpleaños porque nací dos días después de la primavera. Mi tío me trae las flores que no vendió y a veces están medio marchitas y no duran ni un día en el florero, pero nunca se repiten las mismas flores, siempre distintas, cada año otra variedad. Eso es lo que más me gusta de mi tío. Después que vaya al bar y se gaste en vino lo que ganó el día de la primavera es otra historia.
miércoles, septiembre 20, 2006
domingo, septiembre 17, 2006
El segundo dibujito
Los colores quedaron un poco fuertes y ahora que lo veo me pregunto a quién le muestra ese caramelo culpable el niñito?? ¿Acaso van camino del dentista? Vaya uno a saber, a mí se me escapan sus razones. Espero sugerencias... ya van entonces mis personajes haciendo lo que se les antoja.
sábado, septiembre 09, 2006
miércoles, septiembre 06, 2006
Personajes/2
La otra tarde, una de tantas que pasan sin ritmo, vino a mi oficinia un señor muy flaco y dijo llamarse Iriano, el desperezador y me contó su historia:
Iriano el desperezador se llamaba de chico Juan Pérez. Iba a la escuela a la vuelta de su casa y nunca había salido de la ciudad. Sin embargo, y a pesar de que Iriano... Juan Pérez, vivía en un pueblo muy pequeño, padecía como tantos el problema de la identidad. La cosa es que cuando la maestra tomaba lista y gritaba ¡...Juan Pérez! Cinco chicos todos distintos levantaban la mano ¡Presente! Y cuando llamaban a dar lección, los cinco temblaban porque no sabían a quién se refería, cuando el director llamaba a dirección, nadie sabía si era él o al otro o al otro o a cualquiera de los cinco Juan Pérez que había en el grado. Como verán, el problema de identidad de Juan Pérez era terrible. Por eso un día fue a su padre (Juan Pérez padre, para colmo) y le dijo. "Desde hoy me llamo Iriano Chipirotte" Juan Pérez padre se echó a reír y siguió leyendo el diario; pero al día siguiente Juan Pérez... perdón Iriano Chipirotte fue a la maestra y le comunicó su nueva identidad. Desde entonces cuando llamaban al frente a Iriano Chipirotte, el ex-Juan Pérez de nuestra historia sabía que le hablaban a él y sólo a él y nada más que a él.
Un día, en el recreo se le acercó casi en secreto una niña y le dijo, "me llamo Andrea Fernández y en mi grado hay como tres ¡nunca sé si es a mí a quien llaman o a las otras". Iriano Chipirotte entendió muy bien la tristeza de Andrea y le dijo, "muy bien, desde ahora te llamarás Felindarea" A Andrea, perdón, a Felinda le encantó su nuevo nombre y se fue a divulgar la noticia por ahí. Desde ese día, todos los Juan Pérez, los Pedro González, los Martín Fernández, acudieron en masa a Iriano para que les cambiara el nombre.
Uno de los Juan Pérez de su grado que ahora se llamaba Miriato Llorente lo abrazó y le dijo : ¡Gracias por sacarme mi Pérez, eres el mejor... desperezador del mundo!!
Y así es como Iriano pasó a llamarse Iriano, el desperezador.
Anoté todo en mi libreta y lo despedí con un apretón de manos. Iriano, el desperezador salió de mi oficina estirando los brazos y desperezándose de la modorra, aunque todos aquí sabemos que Iriano ya se había desperezado hacía mucho tiempo.
Iriano el desperezador se llamaba de chico Juan Pérez. Iba a la escuela a la vuelta de su casa y nunca había salido de la ciudad. Sin embargo, y a pesar de que Iriano... Juan Pérez, vivía en un pueblo muy pequeño, padecía como tantos el problema de la identidad. La cosa es que cuando la maestra tomaba lista y gritaba ¡...Juan Pérez! Cinco chicos todos distintos levantaban la mano ¡Presente! Y cuando llamaban a dar lección, los cinco temblaban porque no sabían a quién se refería, cuando el director llamaba a dirección, nadie sabía si era él o al otro o al otro o a cualquiera de los cinco Juan Pérez que había en el grado. Como verán, el problema de identidad de Juan Pérez era terrible. Por eso un día fue a su padre (Juan Pérez padre, para colmo) y le dijo. "Desde hoy me llamo Iriano Chipirotte" Juan Pérez padre se echó a reír y siguió leyendo el diario; pero al día siguiente Juan Pérez... perdón Iriano Chipirotte fue a la maestra y le comunicó su nueva identidad. Desde entonces cuando llamaban al frente a Iriano Chipirotte, el ex-Juan Pérez de nuestra historia sabía que le hablaban a él y sólo a él y nada más que a él.
Un día, en el recreo se le acercó casi en secreto una niña y le dijo, "me llamo Andrea Fernández y en mi grado hay como tres ¡nunca sé si es a mí a quien llaman o a las otras". Iriano Chipirotte entendió muy bien la tristeza de Andrea y le dijo, "muy bien, desde ahora te llamarás Felindarea" A Andrea, perdón, a Felinda le encantó su nuevo nombre y se fue a divulgar la noticia por ahí. Desde ese día, todos los Juan Pérez, los Pedro González, los Martín Fernández, acudieron en masa a Iriano para que les cambiara el nombre.
Uno de los Juan Pérez de su grado que ahora se llamaba Miriato Llorente lo abrazó y le dijo : ¡Gracias por sacarme mi Pérez, eres el mejor... desperezador del mundo!!
Y así es como Iriano pasó a llamarse Iriano, el desperezador.
Anoté todo en mi libreta y lo despedí con un apretón de manos. Iriano, el desperezador salió de mi oficina estirando los brazos y desperezándose de la modorra, aunque todos aquí sabemos que Iriano ya se había desperezado hacía mucho tiempo.
sábado, septiembre 02, 2006
Lecturas de Agosto
Yo no aclaré nada pero la idea de Nat me pareció buenísima y empecé yo también a compartir mis lecturas y mis nuevas adquisiciones (Gracias, Nat!)
Historias a Fernández, Ema Wolf
La escondida, Luis Salinas
La sombra sobre el banco de piedra, María Gripe
Mientras escribo, Stephen King
El pulpo está crudo, Pescetti
Nadie te creería, Pescetti
Los imposibles, Ema Wolf
El libro de los prodigios, Ema Wolf
La piedra de la paciencia, Canela
Todo el dinero del mundo, Istvansch
Los días de la sombra, Liliana Bodoc (a por el tercero!)
viernes, septiembre 01, 2006
Personajes/1
Ella tiene el gesto torcido aunque no se le nota hasta que se ríe, y eso sucede muy pocas veces. El cabello con ecos de antiguas permanentes y tinturas, con la marca también del último viento que se metió entre sus mediorulos. Casi siempre tiene una canasta algo deshecha que compró en el Tigre hace unos cuantos años, lo supongo porque ya las vendían antes de que me fuera a Barcelona. Sube al colectivo con el gesto torcido concentrado en el miedo y las miradas. La espalda le pesa y le pesan los pies rancios olvidados de caminos audaces, por eso se sienta atrás justo al lado del timbre. Apacigua la furia con sus manos: tiene marcas en las palmas que no se abren muy seguido y los nudillos blancos y puntiagudos apuntándose a sí misma.
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