La historia del pajarito inglés no ha llamado la atención en mi pueblo. Por aquí prefieren creer en mariposas amarillas. Dicen que cuando nacen a la vida de mariposa se entusiasman de tal manera con la libertad del vuelo que recorren muchísimos kilómetros en un solo día, ansiosas por recorrer el mundo. La gente de mi pueblo ha desmentido con bastante convicción que sea de naturaleza el hecho de que las mariposas duren un solo día. Ellos afirman que mueren al anochecer porque se han gastado sus alas de tanto volar por el mundo. "Se les van deshaciendo con el aire sucio de la ciudad" dicen. Exhaustas, se echan a dormir en cualquier nudo de paraíso y cuando despiertan se encuentran con sus alas maltrechas, inservibles. Entonces entienden que ya no podrán volver a agitar esas alas para alzar el vuelo y se dejan morir, pero de tristeza.
Es un hecho que este pueblo se ha vuelto demasiado melancólico estos últimos años y algo terco, hay que decirlo. No quisieron ni escuchar mi historia del pajarito inglés ni entender mis razones para rechazar la de la mariposa amarilla. Sucede que no me gustan nada las mariposas y menos las historias de gesto lábil. Yo seguiré insistiendo sobre mi pajarito inglés, más burgués, más acomodaticio, más oportunista, más parecido a la idiosincrasia de este pueblo. Por eso no les creas, aunque insistan en contarte la historia de la mariposa.
1 comentario:
Yo no les creo ni medio la historia de la mariposa. A veces, y este es un caso, una respuesta sencilla a un problema complejo, a algunos les parece que no está a la altura y se inventan otra rebuscada, barroca y fantasiosa.
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