miércoles, mayo 24, 2006

Epitafios de Medianoche Cap. 7

Bueno, la cuestión continúa. Ese hombre había leído los versos de un Cortázar porteño, de manos sangrantes por un elegido exilio y por un olvidicidio; había sabido jugar de una manera extraña con esos versos en esas horas que me presentan más vulnerable. Hoy creo que él sabía que había articulado un juego demasiado fuerte. Esa noche dormí poco. La madrugada me sorprendió enredada en estos pensamientos y me reí de mí misma para convencerme de lo absurdo que resultaba analizar encuentros fortuitos en estas horas de transición.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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